DOMINGO DE RESURRECION

Por: Lucas Riestra

Con el Domingo de Resurrección llega su fin la Semana Santa, fecha en la que muchos aprovechan los días de asueto para tomarse un descanso, lo cual no es un obstáculo para el recogimiento espiritual y para renovar nuestra fe, especialmente en estos momentos aciagos en que vive nuestra querida Venezuela. Es especial el momento para alabar Dios, agradecerle por todos los beneficios que nos concede y para poner en sus manos nuestras necesidades más sentidas, las de cada uno y las de la patria.

La Resurrección de Cristo que celebramos el domingo es la razón fundamental de nuestra fe, y lo decimos porque si Cristo no hubiera sido, no sería más que uno de esos profetas importantes que habitaron este mundo, que dejó una doctrina y un mensaje, pero no hubiera pasado de allí. Tal vez tendría algunos seguidores, como los líderes de nuestro tiempo, pero no tendría ningún sentido nuestra fe, en tanto que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, que en su inmenso amor se entregó por nuestra redención y que el poder infinito del Padre lo resucitó al tercer día.

Parafraseando a San Pablo, palabras más, palabras menos, si Cristo no hubiere resucitado, vana es nuestra fe es decir no b. Esta afirmación no es fácil de comprender a plenitud, sobre todo a la luz de las consideraciones humanos y quien esto escribe lo hace precisamente porque le ha costado mucho entenderlo; sin embargo, a la luz de la fe, cualquier cosa puede ser comprensible, si somos capaces de despojarnos por un momento de nuestros razonamientos individuales y nos disponemos a creer animados por el espíritu.

Tiene mucho sentido el contenido del último comunicado de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana, a propósito del inicio de la Semana Mayor, a pesar de las irrespetuosas y desconsideradas críticas de personeros del gobierno, que sólo calumnian cuando no tienen argumentos con que responder a los señalamientos recibidos. Los que creemos en Cristo resucitado, debemos rechazar con firmeza la descalificación moral de los adversarios, la eliminación de la descentralización por sus resultados positivos y la creciente concentración en el ejecutivo, que no hacen más que deteriorar el estado de derecho, despojando a las regiones y sobre todo a los municipios de su autonomía, colocando como dicen, en grave riesgo de colapso al sistema democrático”. Destaca el llamado a la defensa de la dignidad de la persona humana, tal como lo hizo el Cristo en quien creemos, dignidad que está permanente amenazada por la violencia y la inseguridad, asi como por el hampa, por los secuestros, por los sicarios, por los narcotraficantes y por lo contrabandistas que actúan impunemente

Terminan los obispos recordando lo que señalamos al comienzo de estas notas: la Semana Santa “es un tiempo extraordinario de renovación espiritual que nos invita a asumir con mayor convicción los valores de la vida cristiana, fundamentales para construir la convivencia entre los habitantes de Venezuela” ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION! ¡CRISTO VIVE!