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DE LA PATADA: ANALISIS SOBRE LAS SEMEJANZAS ENTRE EL FUTBOL Y LA POLITICA EN MÉXICO

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De la patada

Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena

24/07/09


"El deporte no construye el carácter. Lo revela"

Heywood Hale

No me queda ninguna duda, hoy en día tenemos recursos y oportunidades como nunca antes y, a pesar de eso, nos encontramos en un estado de fracaso y frustración. Este problema se debe a la incapacidad de los dirigentes, la prevalencia de intereses mezquinos sobre el bien común y la falta de un proyecto consolidado con bases sólidas y visión de futuro.

No, esta vez no estoy hablando del sistema de partidos, de la democracia o de la tan llevada y traída reforma del estado, sino de la Selección Nacional de Fútbol y sus magros resultados, que la han llevado a desplomarse en los últimos años, pasando del lugar 18, en julio del 2006, al deshonroso sitio 33 en la más reciente clasificación, ubicándonos no solo detrás de los Estados Unidos (lo que ya es costumbre), sino incluso por debajo de Costa Rica.

Viendo a nuestra selección sufriendo la gota gorda para derrotar a equipos semiprofesionales del Caribe no queda más que preguntarnos ¿Por qué? Si tenemos más jugadores que nunca en Europa, si se suponía que nuestro deporte es más organizado que nunca ¿por qué estamos viendo resultados tan patéticos?.

Bueno, pues la respuesta es básicamente la misma que podemos dar a las interrogantes sobre el florecimiento del crimen organizado, el mantenimiento de la corrupción y el estancamiento del marco jurídico: el problema está en el sistema y para solucionarlo no basta con cambiar jugadores, técnicos, diputados o secretarios de estado, lo que necesitamos renovar es la manera de tomar decisiones y los valores en los cuales estas se sustentan.

Analicemos el ejemplo de la selección: Tras el mundial del 2006 todo mundo estaba hablando de un proceso serio y profesional, de primer mundo, que duraría por lo menos 4 años y nos llevaría no solo a calificar al mundial de Sudáfrica, sino a ganar el fatídico cuarto partido y colocarnos –por lo menos- en cuartos de final.

Para encabezar este proyecto, los directivos le confiaron la selección al bocón, pero efectivo, Hugo Sánchez y los resultados comenzaron a llegar, el equipo mostraba una identidad y obtuvo grandes logros, como el triunfo ante Brasil y la goleada a Paraguay, dentro de la Copa América. Por supuesto, también hubo errores, pero se estaba trabajando bien.

Entonces llegó la tragedia: los federativos le encandilaron a Hugo el clasificar a la selección sub-23 (a la cual él no dirigía) a los juegos olímpicos. El planteamiento técnico de Sánchez Márquez en aquellos partidos fue impecable, México arrasó a casi todos sus rivales, pero los delanteros nacionales fueron incapaces de anotar y el equipo quedó eliminado.

Ante el fracaso, la federación de cualquier país civilizado hubiera analizado las cosas con calma y comprendido que, de entrada, el proyecto con Hugo Sánchez no era la selección juvenil, sino la mayor. Sin embargo, en México el mundo del futbol no se guía por profesionales, sino por una mezcla de directivos incompetentes, comentaristas inmaduros y televisoras obtusas, así que hicieron lo que los mandriles harían: lo despidieron.

Las compañías de televisión, furiosa por las pérdidas económicas provocadas por la eliminación, armó toda una fogata ritual culpando a Hugo Sánchez de todos los problemas y llamó a la borregada –perdón, a la afición- a confiar en el nuevo salvador del equipo: Un sueco llamado Sven, que venía con todo y la bendición de Vergara –no, no es albur- y nos convertiría, por decreto, en un equipo de primer nivel.

Pero, como seguramente usted ya sabe, los éxitos no se alcanzan con declaraciones de prensa, así que la selección, lejos de mejorar, comenzó a hundirse, al grado de que solo logró calificar al hexagonal final de la Concacaf rumbo a Sudáfrica 2010 debido a la diferencia de goles. El romance con Ericksson terminó y la federación llamó de emergencia a un alicaído Javier Aguirre, a pesar de lo cual la calificación al mundial sigue viéndose fuertemente amenazada.

¿La raíz del problema? Una decisión federativa (el despido de Hugo Sánchez) tomada con el hígado y no con el cerebro, basada en una visión de corto plazo y no en una meta de largo alcance, para satisfacer los intereses mezquinos de un grupo –el de Jorge Vergara- por encima del bien común. Y no es la única, determinaciones como esta se repiten por cientos y miles, no solo en el deporte, sino también en la política, la empresa y la sociedad civil.

El comentarista norteamericano Heywood Hale dijo alguna vez que "el deporte no forja el carácter. Lo revela" y en el caso de nuestro México, el funcionamiento del futbol refleja el carácter de nuestras instituciones y así como ahora estamos aferrándonos a las matemáticas para hacernos un lugarcito en el mundial de soccer, llegará el momento en que tengamos que asirnos del autoritarismo para sostener el país. Por lo pronto, en la política y en el futbol, nos está yendo de la patada.

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