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"LA ÚLTIMA CARTA DE MI PRIMA HERMELINDA".

Querido Primo:

Hace algún tiempo no te escribo, lo sé, y te garantizo que no ha sido por  pereza (¿se escribe con s o con z?, no recuerdo bien, tu sabes que nosotros los guajiros nunca hemos sido muy fuertes en esto de la ortografía)  sino por los múltiples problemas que hemos tenido por acá pero ya estoy nuevamente contigo y dando respuesta a tu última.

Ya sé que tú no  usas esto de las cartas, que las cosas las escribes por correo electrónico (algunos les dicen imeils) pero para eso se necesita una computadora y aunque el hijo de Chencha mi vecina tiene una le falta lo del internet que aquí casi nadie lo tiene así que yo sigo por la vía tradicional: papel, lápiz, sobre, sellos y el correo que aunque sea en cuatro meses te llega. 

Las noticias que te doy no llegarán muy frescas pero comparadas con la canción “La vida sigue igual” (de Julio Iglesias) que tiene ya  como veinte años y todas las semanas la radio provincial la anuncia como estreno (creo que la han estrenado como 200 veces) serán nuevas y de todas formas si no es por mí no te enteras.

Comienzo por decirte que hace días vino el circo, ¡hacía años que no teníamos circo en el pueblo!, y todos  nos pusimos muy contentos esperando las funciones que se realizarían en el horario de la tarde ya que no hay electricidad  para hacerlas de  noche. Ahora las seis panaderías de aquí las cierran a las cinco de la tarde para ahorrar luz pero tampoco las abren por la mañana.

Me dirás que no tenemos pan, y es cierto, ¡pero tenemos circo! aunque ¡que decepción!,  este en vez de dar alegría lo que daba era lástima, los animales  medio muertos de hambre (o quizás medio vivos, por inercia) y sorprendía ver cómo el león  se tambaleaba para dar un paso; al domador se le hacía difícil utilizar el látigo,  lo manejaba con mucho cuidado de modo tal de no darle un mal golpe al animal porque si se equivoca lo mata y se acaba el plato fuerte del espectáculo. 

Los monos otro tanto,  ¡pobres monitos!, se veían ajados, descoloridos, tristes y faltos de comida, de ninguna manera querían encaramarse en el trapecio o la bicicleta, creo que  estaban carentes de energía, en fin es que entre los vecinos tuvimos que hacer una ponina (colecta) para darle de comer algo al león –mataron un caballo por los alrededores y le dieron un pedazo al rey de la selva al menos para que sobreviviera unos días y eso fajados con alguna gente que al final se comieron el resto del equino- y a los monos les conseguimos algunas guayabas, platanitos y mangos, ¡se veían  mejor aquellos animales luego de tener algo en el estómago!, se puede hasta decir que las funciones mejoraron un poco después de la ayuda del vecindario aunque el mago, que hacía un truco especial con unas  palomas, tuvo que suspender las presentaciones ya que estas se le escaparon por un agujero en el techo de la carpa y ahí sí que la gente  no pudo hacer nada porque ¿con qué lona, aguja o hilo  íbamos a reparar el hueco? Dicen los que las vieron que huían como alma que lleva el diablo con rumbo a Caibarién, y aunque las palomas siempre regresan al nido  hasta ahora no se ha sabido nada de ellas, tal vez se hayan cansado de años de tretas e ilusionismo. 

Un numerito que gustó mucho fue el de la vaca que baila. Sí, se trataba de una vaca bien mansita a la que sacaban  disfrazada de rumbera con maquillaje y todo, en el centro del escenario colocaban a un elefante (también un poco maltratado y con los colmillos flojos,  me enteré que se le aflojaron por habérselos cepillado con Perla, la pasta de dientes que nos daban por la libreta)  amarrado por una pata, enseguida la orquesta comenzaba a tocar  una rumbita, un tema cubano, –quizás la mejor de sus interpretaciones porque del resto para qué contarte- y la vaca comenzaba a bailar alrededor del paquidermo mientras este se balanceaba hacia uno y otro lado igual a aquel que durante muchos años estuvo en el Zoológico de La Habana (te acuerdas: años y años el mismo elefante con la misma cadena y el mismo balanceo en el mismo sitio) , en verdad no lo hacía mal (la vaca) y hasta agarraba un ritmo que contagiaba al público pero también con ella hubo problemas.

Resulta ser que un grupo dicen que de antisociales intentó robársela  –para comérsela, ¡que abuso!-  y no consiguieron mejor medio que montar un altoparlante en un coche de caballos con el cual se acercaron hasta la carpa del circo a poner música  a todo volumen, la vaca salió bailando y así la llevaban por todo el pueblo: el coche adelante, a seguidas la vaca y por último la gente que se iba sumando a la conga  –o rumba, que para el caso es lo mismo-,todos creían que se trataba de una de las famosas Parrandas del pueblo en las que los barrios de Los Chivos y Los Sapos salían a las calles con sus seguidores a bailar hasta el amanecer; ya casi iban llegando a la carretera de Vueltas para terminar de llevársela cuando el administrador del circo se percató de lo sucedido y avisó a la policía, luego de tenaz persecución lograron capturar al animal -aun viva- y devolverlo al espectáculo pero de los antisociales nada, se evaporaron –o se diluyeron porque aquí en Cuba todo se diluye- en el grupo de los bailadores y no cogieron a nadie. La vaca siguió bailando en cada función pero a partir de entonces con una fuerte custodia policial.

Te cuento todos estos pormenores (o pormayores) ya que los supe de primera mano por mi hijo Ernesto quien estuvo trabajando con el circo como “auxiliar general” –antes se les decía “tarugos” pero con el tiempo todo cambia-  no es algo muy bueno que digamos pero ahí se ganó unos pesos, como sabes las cosas por acá no están nada fáciles y él se había quedado sin trabajo aún antes de empezar a trabajar.  Quizás te resulte difícil entenderlo pero la cosa es así: hace algunos meses anunciaron en el pueblo que iban a construir una moderna fábrica de pañales desechables con la ayuda de China o de Venezuela (no sé bien cuál de las dos pero ahora casi todo lo que se hace aquí es con la ayuda de uno de ellos), él ya había pasado un curso y tenía  puesto garantizado en la fábrica como operario de máquinas, la construcción comenzó y hasta habían levantado algunas naves cuando misteriosamente una noche apareció en la inmediaciones un inmenso cartel que decía :

“LOS PRESIDENTES AL IGUAL QUE LOS PAÑALES HAY QUE CAMBIARLOS FRECUENTEMENTE…POR IDÉNTICAS RAZONES”,

y aunque la frasecita no es cubana  –dicen que la copiaron de por allá por Suramérica porque para nosotros esto de los pañales desechables resulta algo muy novedoso- lo cierto es que a los dirigentes municipales, provinciales y nacionales no les gustó ni un poquito y mucho se alarmaron con lo del cambio y las razones así que decidieron paralizar la construcción;  Ernestico y otros jóvenes como él se quedaron sin el esperado trabajo (ahora los han puesto a estudiar natación por correspondencia, porque en eso de la educación si estamos a la vanguardia)  y entretanto a seguir “inventando” para sobrevivir en medio de esta crisis que nunca termina.

Espero no haberte aburrido con esta perorata, deseo que estés bien en unión de los tuyos y no  olvides  mandarnos las cosas que te pedimos especialmente la pasta de dientes, ¡recuerda lo que le pasó al elefante!,  (y sigue una  lista de cosas que necesita con urgencia),

Te quiere siempre tu prima,

Hermelinda

© Dr. Antonio Llaca.

 

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