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CRISIS FINANCIERA: "ES LA POLÍTICA, ESTÚPIDO!"

Por Héctor Casanueva, Miembro de la Comisión Internacional del PDC y Ex embajador de Chile

 

Durante la campaña presidencial de Bill Clinton, en 1992, éste acuñó la célebre frase: “¡Es la economía, estúpido!”, como una especie de equivalente al “Eureka” de Arquímides. Clinton había encontrado, en sus meditaciones y análisis, el centro de la cuestión en juego en su disputa por la presidencia, dadas las condiciones en que se encontraba su país. Hoy asistimos a una crisis financiera de alcance mundial, que no acaba de ser dimensionada cabalmente, y que tampoco se deja canalizar, pese a las medidas adoptadas en Estados Unidos, Europa y Asia, a las que se suman las que más tardíamente se van tomando en América Latina.

¿Por qué se produjo esta crisis, y por qué no logra ser domesticada?

Parafraseando a Clinton, ahora habría que decir: “¡Es la política, estúpido!”. En efecto, en esta crisis y para su solución, la economía no es –paradójicamente- el centro de la cuestión, porque las causas que le dieron origen tienen que ver con malas decisiones políticas, que no estuvieron acordes con los nuevos tiempos ni los nuevos parámetros de la globalización. La economía -esa “ciencia lúgubre” como se la llamó a raíz de las predicciones malthusianas- se nos escapó de las manos, en el mismo momento en el que se instaló como paradigma irrefutable el mercado como el mejor asignador de recursos, capaz de autoregularse y funcionar eficientemente. O sea, cuando la política dejó de cumplir su función, que es el gobierno de la polis para asegurar el bien común. La política tiene que ver claramente con el rol del Estado, ese rol no se ajustó a tiempo y fue a la zaga de las fuerzas del mercado y de la globalización financiera, de modo que la función regulatoria irrenunciable que debe cumplir el sector público quedó disminuida al punto que careció de los mecanismos suficientes para anticiparse e intervenir. 

La solución a esta crisis, es también política, se trata de adoptar medidas desde el sector público consistentes en intervenir para dinamizar nuevamente la economía, asignando recursos y generando incentivos para promover el consumo y la producción. En esto hay prácticamente unanimidad, pero nuevamente los políticos están fallando, porque en todas partes las decisiones se están tomando con atraso, cuando los efectos de la crisis en el empleo y el consumo se están notando con fuerza. Uno lee en la prensa de Chile y otros países los anuncios de paquetes de medidas fiscales e inyección de recursos desde el Estado, pero cuya concreción se proyecta para tres o cuatro meses más. En ese lapso, los efectos ya serán mayores y más difíciles de revertir. Un ejemplo: se acaba de anunciar en Chile una buena medida, un plan de incentivos al empleo juvenil –cuando ya hay despidos masivos en varias empresas- pero que será objeto de un proyecto de ley que se enviará al parlamento……en marzo! “Es la política, estúpido”.

 

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