POR YAXYS CIRES
Indudablemente, el cambio ocurrirá dentro de Cuba. Pero esa premisa no puede ser utilizada para despreciar el aporte intelectual, económico y político del exilio cubano. La frecuentemente utilizada distinción de los “que están dentro” y “los que están fuera” no puede servir para excluir a nadie del proceso democratizador.
Máxime, cuando hasta ahora nadie ha demostrado capacidad para impulsarlo por sí solo ni se sabe con certeza en qué condiciones se desarrollará.
Carece de sentido evocar el modelo de transición español para justificar la exclusión del exilio o debilitar su papel en el proceso cubano. El exilio español formó un gobierno –simbólico- en México primero, y en París después, además se mantuvo intelectualmente activo. Pero la valía del cubano en el campo intelectual ha sido también destacada, mientras su pujanza política y económica ha sido superior. La presencia de cubano-americanos en la política norteamericana y el mismo ejemplo de Miami, dicen mucho de la valía de nuestro exilio. Pero, aún apuntando estas diferencias que hacen relevante a nuestra comunidad, si volvemos al caso español, recordemos que el líder comunista español, Santiago Carrillo, que había estado exiliado, formó parte activa del consenso que dio origen a la democracia española, lo cual contrasta con la hipótesis inicial de algunos.
En todo caso, volviendo al proceso cubano, sería más factible y apegado a la realidad, que antes de detenernos en discusiones pueriles, nos peguntemos cómo las fuerzas democráticas cubanas pueden transformarse en actoras de dicho proceso, cosa que no está garantizada por el simple hecho de certificar la existencia de grupos opositores. Ese debe ser el centro del debate y ahí sí tenemos mucho que aprender de todas las transiciones a la democracia, en especial de la española.
Cambio de registro
La oposición debería replantearse el panorama cubano. El modelo tradicional del régimen parece agotarse y la casta reinante está buscando un reacomodo. Puede ser que el actual modelo de hacer oposición también esté desgastado.
En primer lugar, la oposición debe tender puentes entre las diferentes sensibilidades políticas. Resulta poco creíble un llamado a dialogar con otros ciudadanos y con el gobierno, si antes no se evidencia un compromiso creíble de entenderse con otros opositores, incluyendo a sus grupos. Es importante que se tengan en cuenta a los grupos. La negación de la “institucionalidad” ha sido uno de los caracteres más criticados de las figuras neopopulistas que infinidad de problemas han traído a las democracia, por tanto no es un modelo digno de imitación.
Concretamente creo, que la oposición debe formar concertaciones de grupos y personas, no necesariamente ceñidas a signos partidistas. Que sean capaces de proponer soluciones a los problemas nacionales: a los pequeños y a los grandes. Para que la oposición y la sociedad civil sean parte del proceso, tienen que ser ante todo “actores”, y en las circunstancias actuales sólo las concertaciones pueden serlo.
La exigencia de tender puentes es más apremiante para la oposición que para el resto de la disidencia. Como representante de proyectos políticos destinados a la generalidad, necesita más fuerzas para llegar a mayor número de gente. Con la suerte o las desgracia de que ellos son el medio. Desgracia, porque es una limitante para realizar proyectos de dimensión masiva, pero suerte, porque hace del testimonio personal el principal agente trasmisor. Hoy la oposición es juzgada por lo que hace y no solamente por lo que dice.
La oposición interna puede reconocer su fuerza moral, pero no debe ensimismarse y dejar de reconocer sus debilidades. No debe rechazar las potencialidades del exilio cubano. La desconfianza distrae; y a los mal aconsejados, les hace competir con el exilo para colmar todos los espacios internacionales. Nuevamente: la distinción dentro/fuera no puede ser utilizada para discriminar las aportaciones de otros.
Las agrupaciones políticas de otros países que apoyan a los demócratas cubanos deben replantearse también sus estrategias. ¿Acaso el mensaje de solidaridad es incompatible con la critica? ¿Acaso las transiciones que muchos han vivido en sus países fueron producto del empuje de un solo grupo o de la voluntad de una sola persona? Por lo menos, la checa,
Los demócratas cubanos sabemos que unos nos quieren más que otros, pero también hemos cometido el error de esperar solidaridad solamente de una parte. Error estratégico, pues así como la fascinación por la dictadura ha calado en representantes de la izquierda y la derecha, la solidaridad nosotros tenemos que buscarla en todos los lados. Para tender puentes también debemos despojarnos de los discursos maniqueístas.
La sociedad cubana ha cambiado. Cada vez hay más gente con iniciativas modernas e interesantes y que cuenta con apoyos internacionales muy bien ganados. No se identifican ni con el gobierno ni son parte de la oposición. Le interesan poco los debates políticos de otras naciones. Hacia ellos también hay que tender puntes. Hoy día son parte de la fuerza vital del cambio.
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