Por Sadio Garavini di Turno
Hay que leer los resultados del referéndum con frialdad y sentido de la “perspectiva”. A pesar del obsceno y descarado “ventajismo”, de la ilegal utilización del inmenso presupuesto nacional, de la intimidación de los empleados públicos, de las “trampas” que se hicieron donde no había testigos de la oposición y de haber transformado la enmienda en un plebiscito sobre su permanencia en el gobierno, Chávez bajó su votación del 62,84% de las elecciones presidenciales del 2006 al 54,85%. La alternativa democrática subió del 36,9% al 45,63%. En dos años, una diferencia de 26 puntos se redujo a nueve. Este es el dato duro, indiscutible y comparable. En cambio, los resultados del referéndum del 2007 no son comparables. La victoria del NO se debió a que una buena parte del voto chavista se abstuvo o votó en contra, porque no le gustó el contenido de las reformas a
El 15 de febrero solamente se midió el apoyo a Chávez. También el resultado de las elecciones regionales no puede compararse con el reciente referéndum. Recordemos que el estado Amazonas no participó en las regionales y además hay factores locales que distorsionan los resultados, como el caso de Lara donde el NO logró el 45,45% y Henry Falcón ganó la gobernación con el 73,52%, lo cual evidentemente significa que muchos opositores votaron por él. En cambio, en Carabobo, ganó el SI con el 52,44% y el NO obtuvo el 47,55%, el mismo porcentaje que logró Salas para la gobernación, los votos chavistas para Acosta Carlés evidentemente explican la victoria de Salas. Lo que ha logrado la oposición en estos dos años es una hazaña, tomando en cuenta que enfrenta, sin contar, “por ahora”, con un liderazgo claro y consolidado, a un “animal político” muy carismático, con una enorme capacidad de trabajo como candidato y con una descomunal “concupiscentia dominandi”. Además, el gobierno disfrutó de los mayores ingresos sostenidos en la historia del país. Sin embargo, las decenas de grupitos y grupúsculos y ONGs de maletín de
Como dice Giovanni Sartori: “Toda legitimidad se deteriora, después de una prolongada ineficiencia”. Se trata, desgraciadamente para el país, de una lucha larga. No hay atajos, por lo menos, hasta que cambie la correlación de fuerzas. La impaciencia y la desesperación son malas consejeras. Pero sobretodo lo que hay que enfrentar es el deletéreo morbo de la antipolítica, característica típica de los analfabetos políticos y de las “gallinetas de vuelo rasante”.Efectivamente, fue la campaña en contra de los partidos, durante los ‘80 y ‘90 del siglo pasado, que creó las condiciones para el surgimiento de Yo-El Supremo. Sin partidos políticos de masa fuertes, que sepan patear los barrios, no se enfrenta con éxito a un caudillo carismático. Afortunadamente, el resurgimiento de los partidos ya ha comenzado.
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