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Bienestar macroeconómico, malestar microsocial *

En una sociedad como la nuestra, la participación social genera un doble discurso. Por un lado se aboga por ella desde el Estado y la sociedad civil.

Por otro, hay una fuerte tendencia a minimizar los conflictos sociales que surgen de intereses contrapuestos, no asumiéndolos como parte del escenario de una verdadera democracia.

Para los cristianos en política, esto es una tarea convocante: creemos en la participación real, pero sobre la base de una sociedad basada en la persona humana y sus núcleos básicos. Hoy, nuestra sociedad empieza a dar señales de descontento, y paradójicamente, aunque nunca tuvimos tanta democracia, tampoco nunca hubo tanta desafección frente a ella. Puede que algunas causas de esta desafección sean la subordinación de la actividad política a los poderes fácticos; la carencia de una sólida cultura democrática; la crisis y desprestigio del Estado y de lo público; las dificultades en la relación entre los partidos políticos y el resto de la sociedad civil, entre otras.

O será que tenemos más democracia, pero la vivimos como algo lejano, desvinculado de nuestros valores, necesidades y preocupaciones, una esfera en la que no participamos y en cuyas decisiones no somos respetados ni consultados y donde observamos que el bienestar macroeconómico aumenta el malestar micro social.

Las políticas públicas se han convertido en el principal instrumento con el cual el Estado intenta crear bienestar y dar gobernabilidad. Así, se hace necesario re-pensar el vínculo entre políticas públicas y sociedad.

Ellas deben ser capaces de entregar a Chile un proyecto audaz, dinámico, convocante. El componente instrumental de la democracia es precisamente la ejecución de las políticas públicas y es ahí donde los ciudadanos se han dado instancias de participación impulsadas por ellos mismos. Sin embargo, las experiencias de participación meramente instrumental, no sustantivas, inevitablemente van soslayando las capacidades de las personas de constituirse en sujetos activos y constructores de una sociedad distinta y mejor.

Por ello, es importante recordar la historia del Chile moderno y políticas como la chilenización del cobre, la promoción popular, la reforma agraria, etc. Ellas no sólo fueron motor de cambios sociales, sino también productoras de espacios, actores y relatos cuya relación en los movimientos le da sentido específico a la historia colectiva.

 

*Marta Canto Castro. Lic. en Ciencias Políticas y Administrativas.

Administrador Publico. Diplomada en Políticas Públicas Universidad de Chile.

Secretario Ejecutivo Instituto Jorge Ahumada.

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