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UNA VISIÓN DE LA CRISIS DE HONDURAS

La situación política crítica de Honduras, que culminó hoy con la detención y expulsión de su presidente Manuel Zelaya, pasa por al menos por tres ejes: La democracia hondureña y su crisis estructural,  el expansionismo de Hugo Chávez y su Socialismo del Siglo XXI, y la lucha geopolítica en América, polarizada entre Venezuela y los Estados Unidos, éste último país en situación de cambio después de Bush.

La democracia imperfecta hondureña, con graves deficiencias en lo social, la seguridad y la equidad, en gran parte por la resistencia de las oligarquías económicas a la transformación, ha provocado el caldo de cultivo con una población insatisfecha, para planteamientos populistas de los que se adueñó Zelaya alentado por Chávez y apoyado por Ortega.

El presidencialismo de la región  llevó a Zelaya a querer imponer su propia estrategia personal de cambios en la Constitución, aún en contra de las leyes, lo que provocó el rechazo de los otros poderes del estado, y otros sectores, llegándose a un dramático pulso de poderes, en que el perdedor fue Zelaya, al menos en lo jurídico.

Zelaya se había integrado al ALBA, se hizo aliado de Chávez en Centroamérica, y adoptó el típico discurso populista de izquierda, que encabezado ideológicamente por Venezuela intenta expandirse a toda América, siendo  la vecindad de Ortega clave para meter a Zelaya en este ajedrez latinoamericano manejado por Chávez.

No hay duda de que la forma en que fue expulsado Zelaya, permite a éste mismo, pero sobre todo a Chávez, su estrategia internacional, y su cadena mediática continental, convertir una derrota jurídica nacional de su aliado, en una victoria política mediática internacional, inclusive en nombre de la democracia y la libertad, que él mismo limita en su país.

El Congreso de Honduras, el nuevo presidente nombrado, la Corte Suprema de Justicia, los partidos políticos, inclusive el propio de Zelaya, las Iglesias, las Fuerzas Armadas y buena parte de la ciudadanía, han quedado en desventaja moral, a pesar de la legalidad que defendieron, frente a un presidente que supo revertir dialécticamente su derrota jurídica en triunfo político.

La izquierda hondureña y la izquierda internacional agitarán las aguas, someterán a prueba a la OEA, que de por sí Chávez y el ALBA tratan de reconstruirla sin los Estados Unidos, someterán a prueba al presidente Obama al crearle una exigencia de definición, y la ONU empujada por un sandinista que preside su Asamblea General, se hará eco por mayoría de las posiciones que empujan a condenar estos hechos.

Pero los que más estarán a prueba, son la misma sociedad y el pueblo hondureño, que deberán redoblar esfuerzos para encontrar la salida constitucional a esta crisis, facilitar el desarrollo normal de la campaña electoral que culmina el próximo 29 de noviembre, y hacer reformas políticas para que la democracia hondureña avance en la solución de los problemas sociales, la equidad  y los déficits de participación popular, que son parte de las causas de fondo de esta crisis que hoy impacta a nuestra región.

 

José Dávila, analista político demócrata-cristiano centroamericano

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