Señor; Juanes.
El pasado mes de mayo el trovador cubano y compatriota mío, Silvio Rodríguez, tuvo la delicadeza de contestar una carta que le envié sobre la necesidad de un cambio en la política migratoria del gobierno de mi país.
En la misiva le pedía una canción de amor que tocara las puertas de los corazones de aquellas personas que más precisan de esa palabra. También invitaba al cantautor a que invitara artistas extranjeros para un concierto a la paz, el amor y la reconciliación de la familia cubana y sobre el derecho de los ausentes a estar presente.
La llamada salida definitiva, que se nos imponen contra toda lógica humanamente razonable, significa en la práctica un destierro para todos los cubanos.
Le adjunto un fragmento de la respuesta que Silvio diera a aquella carta. “No le garantizo que voy a escribir una canción sobre el tema, porque yo no soy el único que manda en eso: también necesito a las musas. Pero sí le prometo que voy a seguir planteando en todas partes que los ciudadanos cubanos deben tener derecho a entrar y a salir de su país cuando lo deseen y, por supuesto, cumplan con los requisitos legales para hacerlo.”
El pueblo cubano es un pueblo noble y solidario. Pero ese pueblo vive con el dolor de ver a su familia fragmentada, como resultado de un conflicto entre dos gobiernos, situación de la que somos rehenes desde hace cincuenta años.
Ciento de miles de cubanos estamos impedido de entrar a nuestra patria. Incluso para asistir al funeral de una madre, un hijo u otro familiar allegado, Ninguno somos terrorista. Ninguno somos asesino. Simplemente seres humanos despojados del sagrado derecho a la familia.
En mi caso personal se me separa de mi anciana madre con 80 años de edad, casi ciega y con varios padecimientos. Otros cubanos cargan dolores más profundos.
Señor Juanés.
El próximo 20 de septiembre se producirá el concierto proyectado en La Habana. Por la parte que me corresponde lo felicito por la audacia de ofrecer su arte al pueblo cubano.
Mi corazón estará ese día presente en la Plaza Cívica José Martí junto a todos mis compatriotas. Soy parte inseparable de ellos, a pesar de la incomprensión de quienes administran los destinos de mi país.
Le solicito a UD y sus invitados que alcen su voz y entonen una canción al amor de la familia cubana dividida. Hágalo por los ausentes para que un día podamos estar presentes todos. Por la libertad de cuerpo y alma que tanto precisamos todos los cubanos.
Solo así podrá comenzar a vivir en paz el pueblo cubano.
Atentamente.
Adrián Leiva Pérez.
Ciudadano cubano
Desterrado.
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