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La subversión de los valores

ORLANDO GUTIÉRREZ BORONAT*

 

Más allá de nuestra ideología particular y de nuestra pasión política hay algo que ofende a la inteligencia, algo fundamentalmente errado cuando se contempla el cuadro reciente de jefes de Estado latinoamericanos, electos democráticamente, incluyendo al secretario general de la OEA José Miguel Insulza, sentados en la mesa con Raúl Castro, co-artífice y representante de la dictadura más longeva de la historia del hemisferio, para pedir conjuntamente que se respete la democracia en Honduras.

¿Cuándo ha habido elecciones libres en Cuba? ¿Cuándo se ha respetado la soberanía popular en ese país en los últimos 50 años?

¿No hay algo profunda y venenosamente torcido en una Asamblea General de la OEA, en San Pedro Sula, donde jefes de Estado electos democráticamente o sus cancilleres alaban la dictadura cubana y la califican como una democracia diferente o, peor aún, se mantienen en silencio ante tal aseveración?

¿No hay en todo esto un asalto al sentido común? ¿No constituye un insulto a nuestra inteligencia como latinoamericanos? ¿Cómo se va a reconocer a un régimen que ha fusilado a miles de personas, con las cárceles llenas de presos políticos y con dos millones de exiliados la altura moral de asociarse con otras democracias en la exigencia del respeto a la soberanía popular de otro país donde, ni por sombras, existe un régimen totalitario?

¿Qué ha ocurrido? No, no es sólo el dinero de Chávez. Es que durante años en la academia, en la cultura, en los foros públicos latinoamericanos se ha abierto paso a un esfuerzo tenaz, dirigido a debilitar y romper las raíces occidentales de América Latina. La infraestructura humana para esto, las redes de influencia, los mecanismos de penetración, todos son de manufactura castrista.

Lamentablemente, demasiados latinoamericanos desconocen hoy lo que es el totalitarismo, no lo sabrían identificar. Los anticuerpos de su propia civilización han sido neutralizados por una labor incesante, efectuada por los ingenieros del dominio social.

La savia de Occidente es el valor de los profetas hebreos, el espíritu de resistencia al despotismo que sostuvo la defensa de las Termópilas, la integridad de Sócrates ante sus jueces, la prédica y pasión de Jesús, la polémica de Bartolomé de las Casas ante Carlos V: el rechazo a la tiranía y la defensa del derecho sagrado a la búsqueda de la verdad. Sin esto, nuestras luchas independentistas ni nuestros esfuerzos de democratización habrían tenido sentido.

Debería ser repugnante para los latinoamericanos un sistema que quiere enjaular la mente y el espíritu humano, pero los años de edulcoración del totalitarismo, la adulteración de la historia y de la información le han hecho creer a muchos que lo malo es bueno y lo bueno malo; sabe Dios cuántas mentes han sido condenadas a un gris eterno por una doctrina basada en mentiras.

Pero esta subversión de los valores no abarca a todos. El 5 de agosto, numerosos jóvenes latinoamericanos en coordinación con el Directorio Democrático Cubano y la Asamblea de la Resistencia Cubana, dentro y fuera de la Isla, organizaron vigilias y manifestaciones en 12 países del hemisferio en apoyo a la tenaz resistencia del pueblo cubano y en recordación al levantamiento masivo protagonizado por el mismo en contra de la dictadura castrista hace 15 años.

Haría bien America Latina en seguir el ejemplo de estos jóvenes luchadores. El que quiera defender la libertad en nuestro continente que mire a Cuba, que se solidarice con la lucha cívica y no violenta de su pueblo, pues mientras en ella sobreviva la dictadura peligrará el derecho de nuestras mentes a vivir en un mundo sin valores subvertidos.

*Secretario Nacional, Directorio Democrático Cubano.

 

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