Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena
5-julio-2010
"El camino al infierno está pavimentado
de buenas intenciones"
El pasado 4 de julio, 13 estados de la república vivieron elecciones locales, incluyendo 12 que votaron por su nuevo gobernador y 2 más (Baja y Chiapas), solo renovaron las alcaldías y el congreso local, todo ello en medio de la incertidumbre provocada por la violencia del crimen organizado y la expectativa de las alianzas PAN-PRD en un proceso que todo el país percibe como el gran laboratorio de cara al 2012.
Al momento en que escribo este artículo El PRI conserva 6 gubernaturas y gana otras tres, mientras que la coalición de azules y amarillos obtiene la victoria en 3 de los más importantes bastiones del tricolor: Oaxaca, Puebla y Sinaloa.
A primera vista, los resultados se dieron de forma tan compleja que todos los actores pueden declararse triunfadores y de hecho así ha ocurrido, los líderes de los 3 partidos principales han salido a la prensa para anunciarse como los ganadores de la contienda.
Alegre casi hasta el punto del paroxismo, el panista César Nava llegó a decir que "hoy hemos sepultado para siempre la época del carro completo del PRI", al tiempo en que anunció una serie de triunfos que con el paso de los minutos se fueron desmoronando, como ocurrió muy notoriamente con el caso de Tlaxcala, donde AN, a pesar del optimismo inicial, acabó perdiendo la gubernatura.
Y, además, con Baja California Norte, donde la debacle blanquiazul fue particularmente clara. En este estado que, desde hace más de 20 años, es considerado como uno de los bastiones históricos del blanquiazul, el PRI literalmente les pasó por encima, ganando los 5 municipios y 13 de los 16 distritos en disputa
Lo peor del caso es que, al observar más a fondo, los supuestos avances del PAN y el PRD resultan ser solo un espejismo, tanto más peligroso porque con base en él se tomarán muchas decisiones al interior de los partidos en el camino hacia las elecciones generales del 2012.
El hecho, cruel, triste y cierto, es que el PRI como partido y el Priísmo como modo de vivir la política arrasaron en estas elecciones, ganando las 12 gubernaturas y es que, aún en los casos de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, el triunfo fue de los candidatos tricolores, apenas disfrazados para la ocasión como líderes opositores.
Tanto Gabino Cué como Moreno Valle y el "Malova", los abanderados de las alianzas opositoras, son priístas de raigambre y cuentan con el padrinazgo de fuertes grupos de poder al interior del revolucionario institucional. Dicho de otro modo, no es que el PRI perdiera, sino que en esos estados se volvió tan poderoso que hizo metástasis y absorbió al resto de los partidos para convertirlos en meros satélites, o dicho de modo más coloquial, en "paleros".
Pareciera que algunos panistas y perredistas están tan desesperados por evitar el regreso del PRI en el 2012 que están dispuestos literalmente a todo, incluso a dejar de lado los principios básicos de sus partidos y llevar como candidatos a personajes tan dudosos como aquellos a los que tratan de contrarrestar.
Se les olvida también que vicios como la corrupción, el autoritarismo y el fraude, que hicieron del PRI-Gobierno algo tan negativo para el país, no son defectos exclusivos de un partido político, sino resultados de la perversión de la actividad política, vista como la mera lucha por el poder y no como la construcción del bien común.
El gran riesgo con esta ética del pragmatismo es que, a golpes de alianzas, el sistema político mexicano acabe sumido en una dinámica similar a la de Telesistema Mexicano, donde aunque en el fondo todos los canales eran propiedad de Azcárraga, aparentaban independencia para que el público en general no se diera cuenta de su falta de opciones.
Por otra parte, los resultados electorales de la jornada del pasado 4 de julio, ponen al PAN ante la falsa disyuntiva de aliarse con la izquierda (con todo lo que eso representa) o perder ante la Presidencia de la República ante el PRI, cuando esto no es, al menos hasta este momento, necesariamente cierto.
Acción Nacional está a tiempo de potenciar un liderazgo (si lo logran encontrar) los suficientemente fuerte como para plantarle cara a Peña Nieto, pero, para lograrlo, los panistas necesitan empezar por definir un proyecto propio de país, que recupere el rumbo, ejerza los principios de doctrina y corrija las desviaciones políticas que muchos panistas han adoptado, quizá inconscientemente, de sus colegas del Revolucionario Institucional
Dice el refrán que los caminos al infierno están pavimentados de buenas intenciones y en este caso pareciera que esas buenas intenciones están provocando que el PAN se transforme en un centro de reciclaje para los líderes en desgracia del odiado PRI.
Es cierto, lo peor que puede pasar es que el PRI regrese al poder, ya sea directamente o bajo las siglas de cualquier otro partido, pero, cuando esto ocurra, si el PAN ha conservado su integridad, podrá ejercer un contrapeso. En cambio, si Acción Nacional se deja pervertir, pasará a ser parte del problema y ya nada podrá evitar el retorno de la plena dictadura.
Al final del día la gran pregunta que los panistas tienen frente a ellos es si, para conservar el control de Los Pinos, vale la pena vender el alma.
Responderla le corresponderá a cada quién
Yo digo que no.
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