La intolerancia del presidente Martinelli y la confrontación que genera, siguen disminuyendo su apoyo ciudadano. En mayo de 2009 ganó con 62% de los votos y en sus primeros 12 meses alcanzó la aprobación del 80%. Pero, próximo a cumplir 36 meses, la población opina que es mala o muy mala: su evaluación (61.3%) y gestión presidencial (59.5%); mientras desaprueba su gestión de gobierno, el 60.8%. Sus errores recurrentes, promesas incumplidas, falta de transparencia e innumerables denuncias de corrupción; han agotado su capital político. Cada vez son más los arrepentidos y es mayor su pérdida de credibilidad y confianza ciudadana.
Esta intolerancia, desató la confrontación con el vicepresidente Varela. Esto desprestigia el quehacer político y empaña la imagen internacional de Panamá. ¡No hay duda!, esta mala política, perjudica el crecimiento económico, pone en peligro la paz social y todos perdemos.
El presidente Martinelli, por ser el primer mandatario, debe dar el ejemplo. No es suficiente con decir que ‘tratará’ o que ‘dependerá’ de lo que los otros hagan. Mientras, desde su entorno permite campañas y acciones para presionar la renuncia de un vicepresidente electo por la voluntad popular o se descalifica a quien opina diferente. Los hechos envían un mensaje muy negativo. Si al margen de la institucionalidad democrática, se logra la renuncia o separación de un vicepresidente. ¿Qué nos espera al resto de los ciudadanos?
Todos tenemos el derecho, y el deber, de expresar nuestra opinión en forma libre, responsable y respetuosa; sobre la realidad nacional y/o la gestión del gobierno; sea en Panamá o en el extranjero. Esto no debe escandalizar a las autoridades ni constituye delito contra la personalidad internacional del Estado. Por ello, el vicepresidente Varela debe informar sobre todo acto indebido, que haya conocido, mientras fue parte de la alianza de gobierno y seguir opinando sobre los temas nacionales.
El pueblo panameño exige transparencia, cumplimiento de las promesas y que los beneficios del crecimiento económico lleguen a todos. Para disminuir el precio de la canasta de alimentos; aumentar su poder adquisitivo; proteger la seguridad ciudadana; garantizar un transporte público eficiente; generar más empleo digno, decente y permanente; apoyar al productor agropecuario; lograr una educación de calidad; ofrecer más y mejor agua potable, saneamiento ambiental y servicios de salud pública y seguridad social. El deber de todo político inspirado en el Bien Común y la Dignidad de la Persona Humana, es servir a Panamá con honestidad, integridad y capacidad; para mejorar la calidad de vida del pueblo panameño. Para ello, debemos comprender que en democracia, son el diálogo y la concertación los mecanismos idóneos para dirimir las diferencias y construir un Panamá más humano, más justo y más solidario. El mensaje del Arzobispo Ulloa fue para toda la dirigencia política. Por ello, debemos evaluar lo acontecido, hacer conciencia y todos rectificar. Pero, si al presidente Martinelli, esto no lo anima, entonces que lo haga por propio interés. Veamos. Al no tener propósito de enmienda para corregir sus errores, hasta este momento, ha contribuido a que hacia el 2014 encabecen las preferencias electorales: el PRD con 24%, Juan Carlos Varela con 19% y Juan Carlos Navarro con 17%; un 41% votaría por la oposición y solo un 26% por el gobierno. ¿Qué les parece?
Para construir un mejor futuro, hay que reafirmar la defensa de la institucionalidad democrática. El pueblo panameño, después de luchar casi 100 años por la soberanía y 21 años de dictadura, sabrá defender su derecho a vivir en paz fruto de la justicia, en democracia y libertad.
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