Sucedió lo esperado, como dice Gabo, era crónica de muerte anunciada. Dicen también que en política no hay sorpresas sino sorprendidos, pero aquí, ni lo uno ni lo otro. En la primaria panameñista ganó Varela. Dicen algunos que se demostró su claro liderazgo, aunque el escuálido resultado en términos absolutos y relativos son pobres; cincuenta y nueve mil votos; es decir, solo el veinticinco por ciento del universo de su partido. Por supuesto que no faltaron los defensores, quienes olvidaron las críticas de la semana anterior contra el PRD, cuyas primarias fueron en términos absolutos y relativos mucho más concurridas que en el partido del Dr. Arias Madrid. Unos en forma obligada y otros oficiosamente salieron a defender lo sucedido. Alguien allegado me comentó, que el que se baja una vez, lo hace de nuevo.
Lo que sí me resultó inesperado fueron los comentarios divulgados por los medios; comentarios que provienen de adversarios internos declarados y de miembros del propio círculo amical del candidato. Sí, Varela ganó la primaria, pero hay que esperar a ver si es el candidato, se habla hasta de renuncia; todo lo que es contradictorio, ya que lo esperado es que al ser el ganador de la primaria esto implique que es el ungido de las grandes mayorías para encabezar la nómina presidencial. Parece que a lo interno, quienes controlan las cuerdas del poder pueden mañana voltearle la torta al candidato, si a su juicio no despega en las encuestas y se separa en forma definitiva del 15-17% en que estuvo estancado por meses y se afirma más allá del 22% logrado después de la primaria. Con esto no se gana la elección presidencial.
Soy formador en mi partido y he dictado seminarios sobre la plataforma ideológica en diferentes lugares del país. Estos seminarios versan sobre la persona humana, el respeto a la dignidad de la misma, la solidaridad y subsidiaridad, la justicia social y lo que es un Estado de Derecho, fundamentado en leyes y donde se practique la justicia social. No dejo de apreciar desde mi óptica de formador los comentarios vertidos por quienes adversan al señor Varela y por aquellos que, a pesar de ser sus amigos, ven con aprehensión su candidatura. Debo con honestidad felicitar a los miembros del panameñismo, unos por expresar sus criterios con respeto y coraje y, los otros por escuchar, sin por ello clamar traición ni deslealtad.
Así deben ser los partidos políticos en el mejor sentido de la palabra, formados por hombres y mujeres comprometidos con sus ideales, principios y valores. Estos no pueden ser negociables, ni un partido que se precie de ser democrático, puede impedir bajo ningún concepto la libertad de expresión interna, so pretexto de salvaguardar una unidad. De hecho, el disenso implica eso, la diferencia de criterios y la verdad y con ella el bien común solo podrá surgir del sano debate y la reflexión de las ideas. Jamás surgirá la verdad de la imposición y de acallar a quienes tienen ideas y criterios contrarios.
Leí un artículo esta semana que preguntaba si los políticos eran fieles a su conciencia. Me parece pertinente recordarle a quienes aspiran a dirigir este país o contribuir a la formación de la opinión pública a través de esa libertad de expresión y ese Estado de Derecho en que se dice que queremos vivir, que como hombres y mujeres públicos tenemos que ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos. No podemos ofrecer a la ciudadanía un discurso de respeto, principios y valores democráticos si no hacemos de ese discurso una verdad de vida en lo público y lo privado.
Termina el artículo recordando y poniendo como ejemplo la persona de Tomás Moro, quien vivió en épocas turbulentas hace cientos de años en Inglaterra. Hombre de letras, pero sobre todo de principios, se negó a jurar a favor de aquello que estaba en contra de su conciencia, desafiando la autoridad del monarca reinante. Se dice que su legado fue llevar a la práctica aquello que él sostenía en su conciencia, actuando en forma ética y moral, defendiendo sus creencias con fidelidad y valentía, aun a costa de su propia vida.
Cada elección es un punto de quiebre, y cada partido debe escoger entre sus miembros y simpatizantes, la mejor oferta política, así como hacer la mejor alianza posible para el beneficio de la nación. Podemos escoger nuestro futuro y cambiar el rumbo de Patria y no darle las riendas del poder a personas mezquinas y carentes de principios y valores, sepamos escoger en el 2014 a nuestro mejor gobernante.
ABOGADO Y SUBSECRETARIO GENERAL NACIONAL DEL PARTIDO POPULAR.
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