La política es igual que cualquier instrumento, el cual se puede usar para hacer el bien o para hacer daño. La política está llamada a ser la actividad más noble, pero si es manipulada por los que la usan mal, se puede convertir en una actividad vulgar y sucia. La política no es sucia por naturaleza, pero puede ser ensuciada; así mismo se puede limpiar.
Imaginemos que hay un bebé en un fangal; unos dirán: ‘El bebé está en un lodazal’, pero no hacen nada para sacar al bebé del lodo. En este grupo hay los que no hacen nada, porque piensan que no es su problema, y otros que no hacen nada ‘para no ensuciarse’. Hay quienes meten las manos para rescatar al bebé y luego lavan al bebé y se lavan ellos mismos; pero también hay los que se acercan, meten una mano, meten la o tra, luego hasta el codo, después el otro codo, allí se sumergen, empiezan a revolcarse con gusto y se olvidan del bebé. Así mismo es la política: existen los pocoimporta, existen los impolutos, existen los que se meten para adecentar, pero también están los que les gusta la porquería y les importa un pito con los demás.
Si no nos gusta lo que vemos en la política nacional, si pensamos que hay mucha suciedad en la política, pero asumimos la actitud de los pocoimporta y de los impolutos, la noble actividad seguirá sucia y se nos morirá la democracia hundida en el fango. Sin embargo, si decidimos participar, si ‘metemos las manos’ para salvar el sistema y tenemos la entereza de no quedar revolcándonos en la porquería, podremos vivir en un sistema político que funcione; podremos tener gobernantes decentes y eficientes que gobiernen para la gente; podremos dedicar todas las energías que gastamos en denunciar la corrupción y en protestar por los servicios colapsados de un gobierno inepto, en realmente resolver los problemas de los más necesitados y en generar las oportunidades de desarrollo para aquellos que pueden valerse por sí mismos.
Se acerca el momento en el que podremos mandar para su casa a los que decepcionaron al pueblo. Se acerca el momento en que podremos escoger un nuevo equipo de gobierno. Podemos ser cínicos y decidir que ‘todos son iguales’, cruzarnos de brazos y dejar que la Patria se hunda o, podemos participar, ofrecernos de candidatos y candidatas o apoyar a los mejores que se ofrezcan para remangarse y meter las manos para limpiar la política. Como nunca antes vale la frase: ‘El futuro de la Patria está en nuestras manos’.
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