Desde que el ex militar golpista Hugo Chávez Frías llegó al poder por la vía democrática en Venezuela, este país ha visto erosionar su estado de derecho y las libertades fundamentales. Pero Chávez no se limitó a gobernar de manera autocrática Venezuela, sino que también apoyó política y económicamente la erosión de la institucionalidad democrática en otros países de América Latina e incluso ha defendido a las peores dictaduras que quedan en el mundo, como las de Corea del Norte, Siria y Bielorrusia.
Aliado incondicional del régimen de partido único que con mano dura gobierna en Cuba reprimiendo los derechos fundamentales, Chávez fue un factor decisivo en la supervivencia económica de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Para el régimen cubano, Chávez y ahora Nicolás Maduro, son el oxígeno que les permite sobrevivir internamente y seguir influyendo regionalmente.
Y si tanto los gobernantes de países con mejor calidad democrática de América Latina, como aquellos que por su peso geopolítico son actores determinantes en la región, no supieron o no quisieron reclamar la apertura política en la dictadura remanente de la región, mucho menos estuvieron dispuestos a llamar la atención al avance autoritario del chavismo.
Por eso mismo, en los asesinatos, lesiones y vejaciones que en estos días se están produciendo en Venezuela y en la represión implacable que desde hace más de medio siglo se produce en Cuba, no son únicamente responsables sus gobernantes represivos. También son responsables los que han convalidado que los hermanos Castro, Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro, hagan en Cuba y Venezuela, aquello que en sus propios países sería inconcebible.
Lamentablemente es muy larga la lista de mandatarios y funcionarios regionales cómplices en la permanencia ilegítima en el poder por parte del Partido Comunista de Cuba y en la instalación de un régimen autoritario en Venezuela, en especial aquellos que supuestamente ostentan credenciales de líderes democráticos y que sin embargo contribuyeron a avalar la impunidad política en ambos países.
Si la democracia en América Latina no estaba consolidada debido a la permanencia de una dictadura militarista de partido único en Cuba, más lejos está ahora la región en afianzar los valores que caracterizan a los países del mundo que han alcanzado los más altos niveles de desarrollo. Al respecto, es muy preocupante que el recrudecimiento de la represión en Venezuela, que ha despertado condenas de organizaciones internacionales, desde Human Rights Watch hasta la Internacional Socialista, sin embargo haya recibido el apoyo de sectores políticos y sociales de distintos países latinoamericanos.
Si en países como, por ejemplo, Argentina y Uruguay, hay voces que justifican o relativizan la violación de los derechos humanos en Venezuela y en Cuba, eso implica que los valores democráticos allí tampoco están firmes. Por eso, al alzar la voz por quienes en Cuba y Venezuela, pero también en otros países de la región y del mundo, sufren la represión de sus libertades fundamentales, también estamos alzando la voz defendiendo los derechos humanos en nuestros propios países.
Gabriel C. Salvia, Presidente de CADAL