El 22 de enero próximo pasado el recién estrenado Presidente de los Estados Unidos ha tomado una decisión que sin dudas hará historia, el cierre del sombrío “centro de detención” o cárcel instalado por su predecesor en el territorio de la Base Naval norteamericana de la Bahía de Guantánamo, Cuba, conjuntamente con la prohibición de utilizar métodos de interrogatorio rayanos con la tortura y otros tratos crueles e inhumanos por parte de los organismos armados de esa Nación, retoma así el nuevo Presidente la senda del respeto a los Derechos Humanos tan ausente durante los últimos años en esa porción y en el resto del territorio cubano.
Los más de doscientos “detenidos” o “combatientes enemigos” aun encarcelados en la Base verán la luz al final del túnel y saldrán del limbo jurídico en que por años han sido mantenidos, sin embargo, los del otro lado de la cerca permanecerán en igual o peor limbo. Las recientes declaraciones de altos personeros del Gobierno cubano congratulándose por la decisión de las nuevas autoridades norteamericanas no mencionan en lo absoluto la terrible situación en que se encuentran sumidos los también alrededor de doscientos presos cubanos por motivos políticos sobre la inmensa mayoría de los cuales no pesan ni han pesado acusaciones de haber intentado o cometido actos violentos, para estos no habrá revisiones de causas ni nuevos juicios imparciales ni garantías a sus derechos; en esencia, este renovado protagonismo de la “Base” trae de la mano dos temas de fondo para la Nación cubana:
-El respeto y plena vigencia de los Derechos Humanos a los cuales todos, sin excepción, somos merecedores a uno y otro lado de la cerca. Ya se ha dado el primer paso tendiente a remediar la lamentable violación de estos Derechos en la ilegal cárcel implantada por la finalizada administración norteamericana, faltan aun por restituir los de centenares de presos de conciencia y los del pueblo en el resto de la Isla y en este sentido lo patente hasta el momento ha sido el inmovilismo por parte del Gobierno cubano, conviene recordar entonces, como dijera un destacado político disidente que “los cubanos también tenemos Derecho a tener Derechos” y sin duda alguna continuaremos luchando por alcanzarlos.
-La restitución de nuestra soberanía sobre esta porción del territorio nacional, a este respecto resulta ineludible señalar que la Nación y la República que heredamos de nuestros padres y dejaremos como herencia a quienes nos sucedan es única e indivisible independientemente del régimen socio-político o gobierno de turno que por circunstancias históricas la administren , el espacio que por más de un siglo ha ocupado la Base no debió ser cedido, arrendado o enajenado en forma alguna, es y será por siempre patrimonio sagrado de todos los cubanos: de los que hoy viven en suelo patrio y de los que por distintas razones se encuentran en la diáspora, de las generaciones que nos precedieron y de las que vendrán en el futuro. La recuperación para la República de Cuba del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval norteamericana en la Bahía de Guantánamo es una de nuestras tareas históricas inconclusas no exclusiva de un solo grupo o corriente política, en esta dirección deberán ir las más solemnes obligaciones de todos los cubanos.
Fdo.: Dr. Antonio Llaca.
Desde la ciudad de El Tigre.
Edo. Anzoátegui/Venezuela.
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