Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena
Es el típico momento en cualquier sala de cine del país: las luces se apagan, los niños corren a tomar sus lugares, colocándose estratégicamente cerca de las palomitas, los amigos bajan el volumen de su relajo y los novios se acurrucan, mientras los padres de familia se relajan.
Y en la pantalla, compitiendo contra los comerciales demagógicos de la Coca-Cola y los espectaculares avances de las próximas películas, aparece un anunció de la campaña de la CANACINE contra la piratería, presentando diversas situaciones donde quienes compran productos apócrifos son marcados con el hierro del escarnio público bajo el peso de la célebre sentencia "tenemos un papá pidata".
Lo grave en este caso no es que la industria ataque al fenómeno de la piratería, por más que sus argumentos sean bastante débiles, sino el modo en que han decidido hacerlo, recurriendo a la humillación como estrategia de ventas.
En los peores anuncios de esta campaña, los propios hijos humillan y rechazan a sus padres porque estos solo han podido conseguirles su película en "pidata" ante lo cual los niños muestran una expresión de tristeza, decepción y desprecio que envidiarían los propios accionistas de MGM al ver su reporte semestral.
A imitación del infame Pavel Morozov, aquel adolescente que traicionó a sus padres entregándolos a la policía secreta de Stalin, los anuncios de la CANACINE buscan convertir a los jóvenes y a la sociedad en general en inspectores anti piratería, poniendo las utilidades de la industria por encima de su propia familia.
En cualquier civilización medianamente lógica, los "creativos" y los clientes detrás de tan deleznable campaña serían condenados al destierro, a escuchar permanentemente y a todo volumen las canciones de Barney o a vivir en una isla desierta, pero en nuestro país, los comerciales en cuestión incluso presentan con orgullo la frase "una idea de Euro RSCG BEKER" compañía que, por cierto, forma parte de uno de los conglomerados publicitarios más importantes del mundo, con oficinas en 75 países.
Quizá por eso, tanto los ejecutivos de RSCG como los de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (CANACINE) no entienden el porqué millones de mexicanos acuden a la piratería y, como consecuencia, la única opción que se les ocurre es humillarlos.
Parece que no les pasa por la cabeza que la mayor parte de las familias del país gana muy poco como para gastar 340 pesos en un Blu Ray o 200 en un DVD y por tanto, para ellos dejar de comprar piratería implicaría quedar marginados culturalmente, o quizá si lo saben, pero no les importa, pues para "la industria" es preferible que la gente se quede sin comer antes que convertirse en "pidatas".
Y lo peor del caso, la Secretaría de Gobernación, que, se supone, tiene una oficina burocrática dedicada (entre otras cosas) a impedir los contenidos publicitarios que dañen al público, no hace nada al respecto, tal vez porque sus altos funcionarios están muy ocupados dándole permisos a los casinos de "Play City" que, por cierto, también es cliente de Euro RSCG BEKER. Con ese nivel de ingresos cualquiera compra películas originales.
Mientras tanto la CANACINE continúa humillando impunemente a millones de mexicanos con su ridícula monserga, aderezada con un inconfundible tufo clasista que no era divertido en la época porfiriana y tampoco lo es ahora.
Las películas pirata podrán verse mal, pero, estimados amigos de la industria cinematográfica, usar a los hijos como armas contra sus padres, se ve mucho peor.
¿Qué creen que dice de ustedes?
garibaycamarena@hotmail.com www.sinmediastintas.org
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