Hace unos días participé en el homenaje de despedida al Profesor Roberto Carrizo. El Profesor Carrizo laboró como docente en el Instituto Alberto Einstein durante cuarenta y dos años.
Yo fui uno de los privilegiados en ser su alumno en la materia de español y en la cátedra de la vida por varios años. Roberto Carrizo más que un profesor fue un Maestro con todo lo que esa palabra implica de integridad, enseñanza, tutoría y amistad. Bendecido con una inteligencia excepcional, ávido cultivador de su intelecto y sin embargo revestido con la humildad de los grandes espíritus que no tienen que probarle nada a nadie pero que encuentran en sí mismos a sus más severos críticos, al Profesor Carrizo todo parecía salirle fácil y naturalmente. Como dijo una de sus colegas, la Madame Marilene Chalmers: “Roberto logró lo que muy pocos educadores pueden alcanzar: el ser respetados y queridos a la vez”. Así fue declarado por cuarenta y dos promociones del I.A.E. que en boca de sus representantes citaron al Quijote, declamaron poesías, relataron anécdotas y se regocijaron al escuchar las palabras del Maestro en su discurso de agradecimiento. Un compañero contó que en un examen de “cierto y falso” la instrucción era colocar una cruz en la respuesta correcta y un cero en la incorrecta y él lo hizo al revés. Tuvo 1 buena y 19 malas. Al recibir el examen y darse cuenta del por qué había sacado mala nota, fue donde el profesor Carrizo muy confiado de que al explicarle la confusión éste le corregiría la nota. Isaac le dijo: “Hey prof, Usted sabe que yo sé la materia y que solo invertí los signos. Cámbieme la nota por favor”. El profesor Carrizo lo miró y le dijo “Isaac, tal vez hoy no entiendas esto pero algún días lo comprenderás. Si yo te cambio la nota solo habrás aprendido Español, si la dejo como está nunca olvidarás la lección de seguir las instrucciones.” Y no se la cambió. Treinta y cuatro años después Isaac recordó la lección. Así fue con cada uno de los cuarenta y dos ex alumnos que recordaron las enseñanzas del Maestro y así fue con los colegas que dieron también su testimonio de respeto, afecto y admiración. En su discurso de agradecimiento preñado de recuerdos, de cultura y de lecciones de vida, surgió una nueva lección que nos impactó a todos. El Maestro dijo “Serví durante cuarenta y dos años, con cuatro ausencias y cero tardanzas” ¿Cuántos educadores pueden decir algo así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario