Peter Drucker dijo que la mejor manera de predecir el futuro era creándolo uno mismo. Pero también podemos traer a colación otro dicho muy castizo: ‘A Dios rogando, pero con el mazo dando’. Estas dos ideas, la que dice que podemos ‘crear’ nuestro futuro y la que plantea que hay un destino, pero que tenemos que ‘trabajarlo’ para hacerlo realidad, nos plantean claramente que las cosas valiosas requieren de nuestro empeño y esfuerzo para que sucedan.
Es relevante recordar también aquella escena en la película ‘Bruce Todopoderoso’, en la que Dios ‘encarga’ a un humano (Bruce) de su puesto por unos días; el pobre Bruce —que al principio estaba muy entusiasmado con eso de ser todopoderoso— empieza a oír voces y luego se da cuenta de que eran los ruegos de los millones de personas que le pedían a Dios. Bruce decide automatizar el sistema para no volverse loco y hace que los ruegos pasen por su computadora y que a todo ruego la computadora le responda que sí.
Al poco tiempo, la ciudad está en caos, la muerte y la destrucción están por todos lados. Allí Dios le explica que por eso Él no concede todo lo que le piden, sino solo lo que es bueno para el crecimiento espiritual de las personas. No todo lo que rogamos, pues, es bueno para nosotros y si a pesar de que lo ‘trabajemos’ no sucede, no significa que hemos trabajado en vano si aprendemos de la experiencia.
Pero dentro del libre albedrío que nos otorgó el Creador tenemos responsabilidades. La libertad sin responsabilidad nos lleva al caos y, por ende, a la pérdida de la libertad. Las normas de convivencia que nos ordenó el Señor surgen de su amor a nosotros, como el amor con el que un padre o una madre disciplinan a su hijo. La ley, pues, surge del amor, pero si no busca el mejoramiento de las personas y la consecución del bien común no es ley, sino tiranía. Dentro de la ley tenemos múltiples opciones y es desde nuestras decisiones ante las circunstancias que se forja nuestro futuro. Decía Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de significado que no siempre está en nuestras manos decidir nuestra situación, pero sí el cómo nos comportamos ante ella. Esta aparente contradicción entre libertad y ley, entre destino y decisión no es tal. Cada una es parte de la otra. Talvez por eso en hebreo el sinónimo de futuro no es por venir, sino por hacer.
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